24 de febrero de 2012

Hay cambios... y cambios.


Ha pasado mucho tiempo desde la última entrada. Demasiado. Y demasiadas cosas han pasado en España... y demasiadas a los españoles. Excesivas, casi.


Tras el cambio de gobierno vivimos un aire de esperanza truncada en desaliento por las subidas de impuestos y pérdida de poder adquisitivo, el mantenimiento de subvenciones a partidos, "zejas", sindicatos, patronales, y un sinfín de sanguijuelas que nos sorben hasta la última gota de nuestra sangre, y unas medidas de ajuste que se cargan como siempre sobre los mismo hombros. No nos engañemos. Cuando hablan de esfuerzo, los políticos se refieren a nuestro esfuerzo, no al suyo.
Frente a la necesaria reforma laboral realizada a costa de los de siempre se dejan sin acometer otras reformas liberalizadoras necesarias para que aquella dé realmente sus frutos tan necesarios como esperados. La situación española no se arregla con parches, eso lo saben. Sólo se podrá arreglar de manera definitiva con un cambio profundo y global de las estructuras del estado, que afecte a todos los mecanismos que de una manera u otra ponen su grano o montaña de arena en esta terrible situación que padecemos. Las crisis implican y significan cambios, por las buenas o por las malas, y de nuestros gestores políticos (y de nosotros en última instancia) depende el rumbo y destino final de esos cambios.


¿De qué sirve abaratar el despido si la cultura empresarial y laboral española permanece igual de perversamente devaluada y manipulada? ¿De qué sirve abaratar el despido si contratar sigue siendo caro? ¿Para qué queremos facilidades en ciertos aspectos si algunos fundamentales como las trabas burocráticas y costes para montar una empresa son tercermundistas?... En ésto no vale decir que por algún lado hay que empezar. No. Cuando se empieza hay que hacerlo bien, en serio, en profundidad, y realizando los cambios que de verdad asegurarán el futuro a nosotros y a las generaciones venideras.
Millones de euros de los contribuyentes han ido a parar a bolsillos privados sin que hayan repercutido en nada beneficioso para aquéllos. Millones de euros han ido a parar a una banca que se jacta de no tener problemas económicos y que no deja fluir dicho caudal monetario recibido hacia los españoles. Miles de millones de los impuestos de los empobrecidos españoles tirados por el sumidero de unos bolsillos privados para mayor gloria y beneficio de amigos, lobbies, familias y golfos apandadores varios que harían buenos a Alí Babá y a sus cuarenta colegas.


Y mientras cierto desaliento ha calado entre los españoles, aunque mitigado por la visión de un presidente del gobierno y ministros que no son ninguneados y que no se quedan dormidos, la parte contratante de la primera parte como dirían los marxistas de Groucho, que no de Llamazares, o sea los socialistas, se dedica a manipular a todo aquel que se deja y quiera ser manipulado. Ahora resulta que igual que intentaron ganar la Guerra Civil sesenta años después de perderla (antes no, no vaya a ser que algún general se molestara) intentan ganar mediante terrorismo callejero y violencia política lo que perdieron en las elecciones del 20N. Como siempre respetando la voluntad popular. Y haciendo de bandera una mitología política casposa y rancia, anclada en el pasado y cavernícola, el búnker izquierdista español, prietas las filas, se lanza a embestir lo que no comprende o no quiere asumir, bien sean los cambios tecnológicos como las redes de intercambio o los cambios políticos españoles. Qué mas dá. Ellos (y ellas) gritan por las calles de nuestras ciudades de manera "espontánea", entre pedrada y pedrada a sedes políticas rivales y palizas a periodistas, a pleno pulmón, ¡Vivan las caenas!


El Despotismo DESilustrado Democrático está en su apogeo. ¿Conseguiremos que sea su ocaso?

No hay comentarios:

Publicar un comentario