30 de marzo de 2012

Terrorismo sindical callejero.

Escribir sobre los fracasos del pesebre sindical ya empieza a aburrir. Primero porque son continuos, como muestra evidente de un divorcio más que merecido entre la sociedad española que paga sus tropelías y una caspa rancia sindical que no se moderniza ni se integra, y segundo porque son más que previsibles cada uno de sus sonoros fracasos.

Pero este hastío no debe ser óbice para criticar y comentar uno de los aspectos más ominosos de las organizaciones sindicales. El del terrorismo sindical callejero.

Comercio de niños salvajemente atacado.
Observen la expresión de la mujer.
Ayer, una vez más, fuimos testigos los españoles de cómo una banda de malnacidos, cuyo sentido de la libertad y la democracia está tan apagado como la luz de su razón, intentaban aterrorizar mediante violencia de todo tipo a los ciudadanos españoles para conseguir sus propósitos. Y esto se llama en toda tierra de garbanzos TERRORISMO. Así, como suena. Con mayúsculas para que se lea y se entienda bien.

Con unas técnicas y tácticas empleadas por los nazis vascos de la ETA desde hace décadas, los sindicatos desplegaron ayer a sus alimañas terroristas por la calle para amedrentar a los españoles, que con rasgos de valentía, y en este momento pienso en la mujer que no se levantaba de su mesa en la cafetería o en aquella otra que se encaraba a estas malas bestias en la puerta del local, los ignoraron abiertamente ante su propio estupor en no pocas ocasiones. Y por cierto, mi apoyo y ánimo al hostelero que salió al rescate de unos clientes que querían acceder a su habitación del hotel y que defendió su negocio y libertad frente a una turba de terroristas sindicales de más de 150 ¿personas?. Lo raro es que en esta visceral España, y demuestra el alienamiento social junto a una cierta altura moral, nadie cogiera una del 12 para informar debidamente a los canallas asaltantes de que las intentaban segar verdes.


Barricadas de fuego.

Desgraciadamente, estas actitudes tan valientes como democráticas de los ciudadanos en defensa de sus derechos y libertades, lejos de hacer reflexionar a los sindicalistas los animaba a entrar en una espiral de violencia ya demasiado vista en situaciones semejantes en el País Vasco. TERRORISMO SINDICAL CALLEJERO. Todavía no lo han condenado los sindicatos.


Y todo esto nos lleva a la reivindicación fundamental por lo sucedido, y que desde hace años se viene pidiendo. En España necesitamos una ley de huelga que la regule convenientemente, protegiendo los derechos de los ciudadanos en general y de los huelguistas en particular, de manera que la policia pueda actuar independientemente del color político del baranda de turno, y que los piquetes mal llamados informativos sean prohibidos para garantizar la plenitud de derechos y libertades (lo poco que tenemos) en el día de la convocatoria. De la misma manera que en el día de las elecciones se prohibe la propaganda, cuando se convoca huelga la información y el llamamiento a la misma se deben realizar hasta el día previo. Punto. Luego recojes lo que has sembrado.

Hotel Puerta Camino en Navarra.
Son muchos los países que, de forma natural, regulan mediante leyes el derecho a la huelga y que tienen prohibidos los piquetes. Es natural, es beneficioso, y es democrático. Justo lo que quizás nuestros devoradores de marisco patrios, a tiempo compartido con cruceros lujosos y revoluciones frustradas, no quieren. Por que con todo lo sucedido ¿Realmente piensan que les importa un comino los derechos y libertades de los españoles?

Es urgente terminar con el terrorismo sindical callejero y con el pesebre, que a costa del sudor y la sangre de los españoles, mantiene a los sindicatos.

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