7 de marzo de 2012

Las Guerras del Nobel de la Paz.

La mal llamada "Primavera árabe" (que pregunten a las mujeres, homosexuales, y cristianos de esos países si es tal primavera o un nuevo invierno) vino y se fue, Libia vino y se fue, y también viene y va de manera intermitente Afganistán... Los políticos occidentales consumen guerras ajenas a nuestra costa para tapar sus vergüenzas, y agitan sombras chinescas ante el obnubilado contribuyente que aplaude cualquier artificio con mayor fruición, si cabe, que el anterior. Quizás con la esperanza de que en esa ocasión, en esa sí, los políticos ejerzan de verdad como buenos gestores y no como buhoneros vendepatrias. Un búnker mediático aliado con los políticos, y dependiente en no pocos casos de ellos, se encarga del resto, de que el contribuyente no se mueva ni para limpiarse la baba que le cuelga de la comisura de los labios ante el hipnótico espectáculo.

¡Ponga una guerra en su mandato!. ¡No deje que el ciudadano se dé cuenta de la realidad!. ¡Distraiga su atención!. Y si es de izquierdas no tenga miedo, que la calle está controlada.

En España los presidentes más belicosos, los que en más guerras han metido a España y con los que más muertos hemos tenido, han sido Felipe González (que llegó a enviar soldados de reemplazo a Irak) y J. L. Rodríguez Zapatero. Los dos socialistas. Y los contribuyentes y la calle en silencio. Y el búnker mediático colaborando. Y aunque en este sentido no hay muchos distingos entre unos y otros partidos, no nos engañemos al respecto, creo que como ejemplo vale.



Ahora, lo mismo que la crisis continúa agravándose por una más que patente nefasta gestión política, los preparativos para una intervención militar en Siria e Irán (depende de la coyuntura e Israel el que sea uno u otro primero) continúan. El premio Nobel de la Paz Obama, tan querido por los izquierdistas, sigue con su hábito guerrero progresista alentado por una crisis económica que no hace sino agravar con sus medidas, estilo New Deal, y de la que no sabe salir más que aplicando viejas recetas (algunas fracasadas). Pero no se preocupen, siempre que las guerras sean de un presidente useño demócrata están justificadas para el búnker mediático español. El "No a la guerra" no saldrá a la calle.
Aunque en esta ocasión hay una diferencia importantísima para la izquierda española, por encima de que el presidente useño sea demócrata o republicano. Israel. En el caso de que Israel atacara a Irán y los EE.UU. intervinieran, el antisemitismo de la izquierda española la haría oponerse a tal intervención. Objeción que no hubo por parte de la izquierda (claro que el presidente era socialista) cuando España participó en la guerra civil de Libia a favor de uno de los dos bandos para proteger los intereses económicos franco-británicos, haciendo saltar por los aires el derecho internacional básico (junto con unos cuantos centenares de civiles libios) y con una bochornosa actuación por parte de la ONU. O cuando la Guardia Civil regresó de nuevo para realizar misiones a Irak tras nuestra retirada a la carrera (silencio mediático y apagón informativo), o cuando se ha seguido ampliando nuestra participación en Afganistán (guerra que está más cerca de perderse que de ganarse) sin que se hablara de guerra alguna y escatimando los merecidísimos reconocimientos civiles y militares a nuestros caídos y heridos.

De igual manera que Roosevelt supo vender, hasta el punto de que es uno de los presidentes más queridos y mejor valorados, como un triunfo de su gestión personal la profunda crisis y el hambre que aquella produjo, y una guerra mundial que distrajo la atención de la misma y supuso el camino de la recuperación económica, Obama sigue la misma senda rodeándose de buenos vendedores más que de honrados gestores. Así le va a EE.UU.


Y así nos va al resto, porque lo mismo que la Ley Sinde-Wert responde a la presión e intereses useños más que a los españoles, el hecho de que EE.UU. entre en guerras y conflictos ajenos (no olvidemos que lo de Siria como lo de Libia son guerras civiles) nos afecta de manera mucho más directa y por un proceso inverso a su entrada en la II G.M... Si en aquél momento fue EE.UU. el que se sumó por agresión a un conflicto mundial, ahora entra voluntariamente en conflictos locales ajenos arrastrando a los demás... para tapar sus fracasos. El uso de la guerra como forma de distracción de los problemas internos para la población, y en ocasiones como elemento aglutinante, ha sido una de las constantes de la práctica política a lo largo de la historia. No es nuevo. Pero sí es algo nuevo las formas actuales y sus consecuencias.

Del mismo modo que participamos en la guerra civil de Libia a favor de uno de los bandos para proteger los intereses franco-británicos, ahora se pretende intervenir en la guerra civil de Siria a favor de uno de los bandos para proteger intereses ajenos a los de España.

Con una terrible crisis de por medio ¿Nos podemos permitir semejante derroche de recursos humanos y materiales para favorecer a otros países? ¿Debemos los españoles seguir luchando en las guerras del premio Nobel de la Paz?

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